Vidas ajenas

Casi cada noche, desde la atalaya de mi escritorio, escucho fragmentos de vidas ajenas. Los borrachos hablan muy alto.

No les presto demasiada atención, pero luego siempre me pregunto si no estaré desperdiciando argumentos para esa novela que nunca escribiré. Y entonces, imagino a un vecino que, como yo, enfrentado cada noche a su página en blanco, toma prestadas esas historias a voz en grito para una novela que pronto publicará.

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