El abismo
Entre la vida como ha de ser, esa que nos venden sin cesar, y la vida imaginada, se abre un abismo a la medida de los miedos de cada uno. Salvar ese abismo lleva días a unos, meses a otros y años a quienes, como yo, no solo parten de una altura considerable sino que además, lo hacen sufriendo de un vértigo crónico.